Dijo: ¿puedo confesarle algo?
Respondí: no tengo como impedirlo.
Afirmó: me gusta cuando usted escribe breve.
Pensé: ¿qué tan breve será breve?
Insistió: ya nadie lee lo demasiado largo.
Imaginé: adiós Don Quijote, adiós La guerra y la paz.
Recalcó: prefiero que escriba corto y con imagen.
Supuse: una viñeta, que nunca escribí.
Enfatizó: dos o tres líneas ya serían suficientes.
Respondí: ¿líneas que se tocan o líneas paralelas?
Pensó: líneas que se entiendan...
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