De pronto es como si tomara el cuerpo, o parte de él. No es que venga de algún sitio exterior, extranjero, como por ejemplo: una promesa, un ruego, una intención ya manifiesta, un deseo postergado oído como secreto al interior de uno mismo. Llega, toma, comienza. Llega desde un lugar del interior, hecho de cavidades y letargos. Proviene, quizá, de un mito. Sin embargo, deviene rito cotidiano, bienvenidas y despedidas, la medianía del dolor y el amor. Llega de fuera y de lejos, es forastero y se reconoce en conversaciones, palabras escuchadas, deseos siempre anteriores. No es un nacimiento ni un renacimiento. Hay como un balbuceo que está entre lo escuchado y lo dicho, pero no es ninguno de los dos: no replica ni imita lo escuchado, no acaba nunca por ser lo que intenta ser. Está situado un poco debajo de una respiración ya entrecortada; incluso más abajo que el suspiro, que el bostezo, que el llanto aún naciente; antes que el primer beso, que la primera soledad. Se retuerce en la penumbra del tiempo y parece no ocupar más que un espacio mínimo. Tiene forma de acertijo y sin embargo no desespera con las falsas respuestas. Cuando suena, resuena. Parece un paisaje desconocido que comienza a habitarse con imperfecciones e interjecciones. Sube, siempre sube, porque necesita huir de la trampa de la identidad hecha a medida. Empalidece con la piel, se sonroja con la risa, permanece con la huída...Nació en una torre que dios no quiso. Nació de ese desamor. De esa nostalgia coja. Y tuvo hijos cuando comprendió que cada cosa nunca es cada cosa. Que una cosa como la materia puede disolverse en el agua del paladar que prepara su adjetivo. Que una cosa como el amor puede impronunciarse. Que la infancia no es su falta, sino la distancia que el tiempo ejerce para no atiborrarse de reglas, de acentuaciones que no provienen de un salto o de un asombro o de una distracción, de sustantivos y verbos que nunca estallan de pasión. Que una cosa como la muerte sólo puede ser dicha en voz baja. Y que una cosa como la vida debe ser sostenida con el resuello del corazón. Pronuncia lo que acaba de haber. Dice lo que acaba de inexistir. Está delante de ti. Detrás de ti. Enfrente tuyo. Dentro tuyo. Fuera. Llega. Toma. Comienza. El lenguaje.
Interesante lu..
ResponderEliminar-Nació en una torre que dios no quiso-
me suena y me resuena, babel, el único proyecto que unió a todos los hombres en algo en común y que fue destruido por dios parasitando el lenguaje de los hombres, cambiandolo, derrumbandolo, es una clave de los que nos une y nos separa, se encuentra en esta construcción en común, donde se juegan las subjetividades. Asi como unirnos puede separarnos al parasitarse de intereses ajenos al sujeto y transformarlo en objeto....
creo que me fui por la rama... pero no pude no hacerlo...
besos lu!